Crecimiento humano: ¿Cuándo crecemos más rápido?

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Crecimiento humano: ¿Cuándo crecemos más rápido?

El período de crecimiento acelerado de la adolescencia, en el que los adolescentes parecen dispararse de la noche a la mañana, no es en realidad el período más rápido de crecimiento humano. Si bien es dramático, ocupa el segundo lugar: la infancia es donde crecemos más rápidamente. No se trata sólo de sentir que la ropa se encoge misteriosamente; es un patrón fundamental en el desarrollo humano.

Los primeros dos años: crecimiento inigualable

Los bebés pueden aumentar casi un pie (25 a 30 centímetros) de altura en un solo año, superando incluso los períodos más intensos de la adolescencia. A los 18 meses, las niñas alcanzan la mitad de su altura adulta y los niños alcanzan ese hito a los 24 meses. Este período es crítico porque sienta las bases para el desarrollo futuro.

Desaceleración de la infancia y aumento de la pubertad

Después de la infancia, el crecimiento se reduce a alrededor de 2 a 2,5 pulgadas (5 a 6 centímetros) por año hasta la pubertad. Luego, las cosas se aceleran nuevamente. Las niñas crecen un promedio de 3,5 pulgadas (9 centímetros) por año durante su apogeo, mientras que los niños crecen un promedio de 4 pulgadas (10 centímetros).

Sin embargo, estos son promedios. Algunas personas experimentan tasas de crecimiento de hasta 20 centímetros (8 pulgadas) al año. Los niños tienden a tener rachas ligeramente más intensas debido a niveles más altos de hormona del crecimiento y testosterona, lo que en última instancia resulta en una mayor altura promedio.

El tiempo no determina la altura final

La edad a la que alguien alcanza su estirón no necesariamente predice su altura final. Los desarrolladores tardíos tienen más tiempo para crecer, mientras que los primeros se detienen antes. El patrón general es más importante que el momento exacto.

Crecimiento acelerado: proporciones incómodas y riesgo de lesiones

El crecimiento ocurre de afuera hacia adentro: pies y manos primero, seguidos de piernas y brazos. Esto puede crear físicos desproporcionados (el efecto “bebé jirafa”), especialmente al comienzo de la pubertad. Este rápido crecimiento también hace que los huesos sean más vulnerables a las fracturas, con una tasa máxima de lesiones durante estos períodos. Los músculos y tendones van a la zaga del crecimiento óseo, lo que aumenta el riesgo de tensión y lesiones.

Implicaciones atléticas

Este patrón impacta el desarrollo atlético. Los equipos de deportes como el ballet y la gimnasia a menudo favorecen a los desarrolladores tardíos por sus extremidades más largas, mientras que los de madurez temprana pueden obtener ventajas en fuerza. Monitorear cuidadosamente el crecimiento puede reducir las tasas de lesiones, potencialmente hasta en un 70% en las academias deportivas de élite.

La variación es normal

Es típica una amplia variación en los patrones de crecimiento. La genética determina en gran medida la altura adulta final, aunque condiciones raras como el gigantismo pituitario pueden causar un crecimiento extremo. Pero ni siquiera estos casos superan la tasa observada en la infancia.

El crecimiento humano más rápido no se produce durante los incómodos años de la adolescencia, sino en los primeros meses de vida, un período que la mayoría de nosotros ni siquiera recordamos.

En conclusión, si bien los estirones de crecimiento en la adolescencia son notables, palidecen en comparación con la asombrosa tasa de crecimiento de los bebés humanos. Comprender estos patrones proporciona información sobre el desarrollo, el potencial atlético y la prevención de lesiones.